Por Verónica Toro
Entre los años 1531 y 1555, el misionero franciscano español, Sebastián de Aparicio se dedicó a la agricultura y ganadería en su hacienda de Careaga en el Edo. de México. A los indígenas que trabajan con él, les enseñó a domar ganado bovino y caballar, a pesar de que estas prácticas estaban prohibidas, pues sólo los nobles tenían derecho a realizarlas. Sin embargo, esta situación comenzó a extenderse a todos los territorios y haciendas del país con el nombre de Charrería.
Al momento de generalizarse el uso de caballos para toda clase social, comienza a crecer la práctica como una disciplina; en 1880, aparece el “Charro Ponciano” (Ponciano Díaz), famoso por convertir la charrería en un espectáculo admirable. Se declaró como “el deporte nacional por excelencia” durante el gobierno de Manuel Ávila Camacho y el 14 de septiembre, el Día oficial del Charro.
Elegancia y distinción: el traje de charro
Parte de esta gran tradición es la indumentaria. Los orígenes del traje de charro provienen del campo cuando los jinetes comenzaron a adquirir habilidades, entre ellas, el buen manejo del lazo. El emperador Maximiliano le otorgó la distinción a esta vestimenta con detalles de lujo al estilo mexicano. Hoy en día existen 4 tipos:
Traje de faena
– Sombrero de palma, trigo o fieltro con toquilla sencilla.
– Barboquejo de gamuza y camisa sin cuello.
– Botines de piel de tonalidades sobrias como cafés y grises.
– Corbata de moño discreta y colgante.
– Chaparrera, (haciendo juego con la silla, cinturón, arreos, pantalón y corbata).
– Espuelas medianas de color plateado.
Traje de media gala
– Sombrero de fieltro con toquilla de calabrote plateada; en cada lado, lleva alguna figura llamada “chapeta”.
– Barboquejo de gamuza con 3 presillas en cada manga y broche de lujo en el pecho.
– Ceñidor de la misma tonalidad que la toquilla y la corbata.
– Pantalones adornados de los costados.
– Cinturón, funda y carrillera (piteados con adornos de acuerdo al color y material del traje).
Traje de gala
– Utilizado en fiestas y eventos especiales.
– De colores oscuros como azul marino, gris o negro.
– Sombrero de fieltro fino, galoneado y de tonalidades grises o blancas.
– Chaleco con botones discretos.
– Cinturón liso o bordado con una hebilla de plata.
– Botines negros.
Traje de gran gala o etiqueta
– Utilizado en ceremonias de gran importancia.
– De color negro o gris con un corte muy elegante y botonadura fina.
– Sombrero galoneado de fieltro.
– Faja y corbata combinados con el resto del traje.
– Chaleco con botones discretos.
– Cinturón con hebilla de plata (liso o bordado).
– Revólver con cachas de oro, plata o nácar con dragona.
– Botines negros.
Las chinas poblanas
A diferencia del charro, en el caso de las mujeres, la vestimenta de “china poblana” es utilizada para todo tipo de eventos. Consiste de:
– Blusa discretamente escotada con manga corta, bordada con seda, chaquira o lentejuelas de colores.
– Falda de paño o franela (mejor conocida como “castor” o “zagalejo”), bordada con chaquiras o lentejuelas al gusto y debe llevar al menos un holán.
– Fondo blanco de encaje que se asoma por la parte inferior de la falta. El uso de crinolina es indispensable.
– Zapatillas de seda con hebillas de color del bordado de la falda. Las botas están prohibidas.
– Rebozo combinado con el color de la falda.
– Sombrero de fieltro fino con chapetas de gamuza, oro y/o plata.
– Banda en la cintura, sujetada con un moño por la parte de atrás.
– Peinado de chongo bajo, adornado con un moño de tela o encaje, o bien, dos trenzas adornadas con listones.
– Aretes como zarcillos de oro o arracadas llamativas (al igual que las pulseras).
Actualmente, la charrería se ha llevado a una gran cantidad de lugares a nivel nacional e internacional, de manera que se ha convertido no nada más en un deporte, sino también en un ícono cultural que distingue a nuestro país; como bien definiría el poeta español, Manuel Benítez Carrasco: “vestirse de charro es como vestirse de México”.