A casi una década de nuestro primer viaje a Grand Velas

A casi una década de nuestro primer viaje a Grand Velas

Parece que fue hace apenas un par de años cuando descubrí Grand Velas en la Riviera Maya por casualidad. Visitaba a unos amigos en Playacar, esa linda zona residencial y hotelera en Playa del Carmen, cuando pasando frente a su inmensa entrada uno de ellos comentó: “Este es el nuevo mejor hotel de Playa del Carmen.”

Siempre voy detrás de lo que la gente más cercana a mí me recomienda, y no pude dejar de reservar unas breves, pero inolvidables, vacaciones a finales de ese año: 2009.

Decir que quedé sorprendida no hace justicia a los momentos que pasé junto a mi familia esos días; fue cuestión de traspasar esa enorme entrada y transitar por el sendero que se abre paso entre la selva hacia el lobby, para comenzar a enamorarme de este hotel. Y es que era imposible no hacerlo, nos recibieron como si nos hubieran estado esperando desde siempre y se encargaron de cuidar cada detalle para nuestro descanso. Ni un paso más de lo que era necesario, ahí estaba nuestro atentísimo concierge personal para encargarse de todo lo demás –y eso solo lo había podido ver en un hotel en Viena.

La atmósfera que se respira es tan íntima y suave que te remonta inminentemente al momento presente pues no hay manera de desviar tu atención de lo que estás observando, probando y disfrutando. La comida es extraordinaria, el servicio de todos los que trabajan ahí es inigualable y la belleza de su arquitectura se vuelve una con la naturaleza.

El hotel tiene tres secciones diferentes, dos frente al mar y una en medio de la selva; fue justo esta última la que elegimos para sentirnos completamente abrazados por el espíritu de relajación y armonía que se respira ahí. La suite era un pequeño paraíso privado con jacuzzi, arte local que me fascina y camas deliciosas.

Los niños –ahora un par de adolescentes– no pudieron pasarlo mejor en ese viaje, y pasaban más tiempo en el kids’ club que con nosotros, y es que todo el día había actividades divertidísimas para ellos lo cual nos dio un tiempo para visitar el Spa, y les aseguro que no hay uno más bello que ese.

Ahora que Grand Velas está por cumplir 10 años –y que sabemos de primera mano por amigos y familiares que no solo ha mantenido esa calidad que descubrimos, sino que la ha mejorado–, regresaremos para continuar nuestra historia de amor con el hotel.

Marieta P. – huésped de Grand Velas Riviera Maya

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